Fuente: Internet
Las libélulas son unos insectos que estaban sobre la Tierra antes de que aparecieran los primeros dinosaurios; de hecho, el fósil más antiguo es del Carbonífero, registrado hace unos 320 millones de años; la “Meganeura”, que vivió en el período Carbonífero, contaba con unas alas de más de 75 centímetros, siendo la mayor especie conocida de insectos voladores que jamás haya aparecido sobre la Tierra; eso sí, volaba mucho más lento que la libélula actual (esta última puede llegar a alcanzar los 85 Km/h).
Las libélulas
suelen emigrar en grupos que, a lo largo de varias generaciones, cubren
distancias de más de 15.000 km (es decir, un tercio de vuelta al mundo). Ciertas especies efectúan vuelos transoceánicos simplemente
con sus dos pares de alas, aprovechando las fuertes corrientes de aire e
incluso los vientos huracanados. Estos insectos buscan unas condiciones idóneas
para su reproducción, sobre todo humedad, y eso es lo que les impulsa a
emprender un viaje tan intrépido, en el que muchos ejemplares
perecen a medio camino.
Las libélulas habitan en lugares pantanosos o cercanos a
fuentes de agua poco profundas,
donde pueden alimentarse fácilmente a base de mosquitos, zancudos o moscas. De hecho, son bioindicadores, y su ausencia es mala señal.
Aunque generalmente se les tiene algo de miedo a estos insectos ya que se cree
que pueden picar a los humanos, esto no es verdad y su presencia es importante
para mantener controladas las plagas de otros insectos, dado que son
depredadores naturales muy eficientes. Tanto es así que los apicultores la ven
como una “plaga” que amenaza a sus abejas.
Las
libélulas son animales muy territoriales al momento de buscar aparearse. El
macho defenderá los derechos sobre su territorio y además realizan un ritual de
vuelo con el fin de impresionar a la hembra. Cuando se encuentra cerca de la
hembra la sostiene fuertemente con unas pinzas ubicadas en su cuerpo, entonces
la hembra se curvea encima del macho para que este pueda llevar a cabo la
fecundación.
Para obtener su alimento utilizan un sistema de camuflaje peculiar
en el que vuelan de tal forma que crean la ilusión óptica de que se encuentran
detenidas en un lugar, y de esta forma sus presas no advierten el peligro y
pueden acercarse a ellas sin problema.
Al
igual que muchos otros insectos, las libélulas pasan por una etapa de
metamorfosis hasta convertirse en adultas; los huevos son
depositados directamente en el agua sobre plantas acuáticas y en algunos casos
pueden encontrarse sobre musgo o grietas de las cuencas de los ríos. Cuando los huevos eclosionan,
las libélulas inician su ciclo de vida como ninfas. Su vida se desarrolla específicamente dentro del agua donde se
alimentan de larvas de insectos. Posteriormente pasan a su etapa larval, la
cual puede durar hasta cinco años, y cuando están listas para convertirse en
adultos suben a la superficie para estimular la respiración y su cuerpo se abre
para dejar expuestas sus alas.
En cuanto a su anatomía, tienen unos ojos compuestos
con unos 30.000 ommatidia, lo que les permite tener una visión de depredador
nato en la que perciben el movimiento en un ángulo de 360º sin necesidad de girar
la cabeza. Sus alas son independientes, lo que les permite moverse en todas
direcciones, batiéndolas unas 30 veces por minuto de media (los mosquitos y
moscas baten sus alas 600 y 1.000 veces por minuto respectivamente).
Acompañando a las alas tienen unos músculos que necesitan estar calientes en
todo momento para su buen funcionamiento, pero sin sobrecalentarse, por eso
buscan zonas con mayor o menor exposición a los rayos solares según las
necesidades del momento. Además de sus alas tienen unos sacos rellenos de aire
en el tórax, y al calentarse el aire que contienen con el sol tienden a
ascender, alcanzando las alturas que desean. Por último, sus patas no le
permiten caminar, ya que son simples garras mecánicas empleadas para atrapar
presas.
Una buena medida para beneficiar a estas
impresionantes especies es conservar las zonas húmedas, como pantanos, brañas o
fuentes de agua de poca profundidad (entre otros), y evitar el uso de
insecticidas y plaguicidas, que afectan directamente a sus poblaciones y a la
de muchos otros seres vivos que habitan las zonas en las que se aplica este
tipo de productos.
Comentarios
Publicar un comentario