Mámoa. Fuente: fotografía del autor
Hoy, la temática del blog es un tanto
diferente. Vengo a daros a conocer algo que, muy probablemente, sea nuevo para
alguno de los lectores de este post, los túmulos (mámoas o medoñas en gallego).
Pues bien, estas “mámoas” son túmulos
funerarios característicos de la época del Neolítico (hace unos 5.000 años; grosso modo, entre el 3.500 y el 2.000
a.C.), presentes en el noroeste peninsular. Dicho de otra manera, son
manifestaciones funerarias de carácter monumental no solo en Galicia, sino en
toda Europa, realizadas por los primeros agricultores y pastores pobladores de
la zona. Están compuestos por amontonamientos artificiales de tierra y/o
piedras, normalmente con estructura circular, presentados bruscamente sobre el
terreno, y señalando la presencia de un “cementerio” de la época, puesto que
era costumbre enterrar a los muertos en este tipo de construcciones.
En su interior, esconden una estructura pétrea
conocida como “dolmen” o “anta”, formada por grandes pedruscos dispuestos en
forma vertical y con uno en la parte superior, recubriéndolo, y dejando por un
lateral una abertura de acceso conocida como corredor. Normalmente, estas
estructuras se encuentran tapadas bajo tierra, y presentan una estructura
superior conocida como cono de violación, que es el resto de alguna excavación
ilegal en busca de materiales preciosos, o para aprovechar las piedras del
dolmen.
Partes de una mámoa. Fuente: internet
Las “mámoas” suelen encontrarse en zonas donde
hubo cultura megalítica, y en ocasiones forman grupos en campos conocidos como
“oleiros” o “campo das olas”, denominación que reciben debido a los restos de
cerámica que contienen. Otra de las denominaciones que reciben estas
agrupaciones es la de necrópolis.
Mámoa. Fuente: internet
El porqué de estas construcciones se
manifiesta en que “las sociedades de la época comienzan a adquirir su
concepción de lo sagrado, mostrando especial preocupación por temas
relacionados con la muerte más que por la vida diaria […]. En la construcción
de estos elementos queda patente la importancia del papel de la muerte en estas
primeras comunidades campesinas […]. Para la edificación de una “mámoa” se
necesitaba de la participación de un grupo humano más o menos organizado.
Después de la elección de la cantera para la construcción de la cámara
sepulcral, se extraían las “lousas” (pedruscos de los que se componen las
paredes de los dólmenes) con ayuda instrumental de piedra y madera, empleando
también el agua y el fuego. El traslado de las “lousas” se haría por medio de
rollos de madera colocando la base de la “lousa” en el terreno natural excavado
(previamente) y preparado para, a continuación, calzarlas con piedras y otros
materiales. […]” fragmento de Cemiterios
esquecidos.
Mámoa. Fuente: internet
En torno al mundo tumular hay numerosas
leyendas, las cuales son conocidas por los habitantes más ancianos de las zonas
donde se encuentran estos fenómenos, y que en poco tiempo probablemente caigan
en el olvido, ya que este tipo de cultura no suele transmitirse a las nuevas
generaciones, que además tampoco suelen mostrar mucha empatía por este tipo de
fenómenos culturales.
La legislación reconoce las “mámoas” como
yacimiento arqueológico, y mantiene un perímetro de protección desde cada uno
de los puntos más externos de esta formación de 100 metros, en cuya franja las
actuaciones están condicionadas desde la legalidad; no obstante, esto no suele
cumplirse. Trabajadores del monte (tractoristas, conductores de maquinaria
pesada, ingenieros…) no suelen conocer la existencia de este tipo de bienes
patrimoniales ni su ubicación, y si los propietarios o los superiores de los
trabajadores no les señalan la existencia de estos bienes para tomar las
precauciones pertinentes, suelen provocarse graves daños sobre estas
construcciones, en ocasiones destruyéndolas por completo. Os propongo que si
esto os parece sorprendente, introduzcáis en google la palabra “mámoa” y vayáis
al apartado de noticias, ¡seguro que os sorprendéis!
Una publicación reciente (en gallego) sobre
este tipo de fenómenos culturales (Cemiterios esquecidos, de Jorge Lamas
Bértolo), recoge unas 222 mámoas de la comarca de O Arenteiro, de las cuales
varias fueron arrasadas por trabajos previos con maquinaria pesada. Así está el
panorama, y muchas de ellas permanecerán ocultas todavía a esperas de que
alguien las encuentre, o a esperas de que algún tipo de labor marque su fecha
de caducidad.
¿Es importante proteger este tipo de bienes
patrimoniales? En mi opinión, sí. Por un lado está la parte de la legalidad; se
supone que patrimonio es una de las partes que aprueba las obras realizadas en
el monte (o así debería de ser) y en caso de conocer la existencia de algún
tipo de bien semejante acota el ámbito de actuación o pone algunas condiciones
para evitar daños a este tipo de construcciones. Por otro lado, está la parte
ética; cada uno debe reflexionar acerca del significado que tienen estas
construcciones, y valorar si merece la pena o no conservar este tipo de bienes.
Mi decisión es un sí contundente.
El libro citado anteriormente, recoge:
“Llevamos años asistiendo a un proceso
continuo en la degradación y pérdida progresiva de elementos patrimoniales del
cual no vamos a buscar culpables porque, como sociedad que somos, resulta que
todos tenemos una parte de responsabilidad sobre estos desastres. El patrimonio
está en peligro: el material […] y el inmaterial […].”
Mámoa. Fuente: fotografía del autor
¿Qué les deparará el futuro a este tipo de
fenómenos culturales? Tras 5.000 presentes en nuestros paisajes, los
conocimientos actuales de los profesionales de todos los ámbitos deberían ser
suficientes para poder combinar las actuaciones humanas con la conservación de
este tipo de bienes. No obstante, el futuro es incierto, y en ocasiones la
falta de sensibilidad y la ignorancia no perdonan.
- Bibliografía:
Jorge Lamas Bértolo . Cemiterios esquecidos. O
fenómenos tumulario na comarca do Arenteiro.
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